miércoles, 11 de junio de 2008

Las tonterías de una papagayo



María del Carmen Concepción, integrante del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, dijo en la clausura de una asamblea del partido en La Habana que “o resolvemos los problemas o autodestruimos la revolución que tanta sangre y sudor nos ha costado”, y pidió “trabajar con urgencia por lograr resultados superiores en la economía, fundamentalmente en la producción de alimentos, además de elevar el ahorro, la eficiencia y la sustitución de importaciones”.
Esta pobre mujer repite como papagayo las mismas tonterías que el parlanchín en jefe venía diciendo antes de que la “cagalitrosis” lo postrara en cama. Esta tal María, una advenediza en el panorama castrense de la isla, aún no se entera que la revolución-si es que alguna vez la hubo, porque en estrictos términos históricos lo que ocurrió fue el asalto del poder por un grupo de forajidos, que violentaron todo el proceso constitucional e institucional cubano, mucho más de lo que lo hiciera Fulgencio Batista, para imponer un régimen autocrático- se autodestruyó hace mucho tiempo como fenómeno sociopolítico, se devoró a sí misma. Y como suceso histórico conmocionante y novedoso inició su decrepitud a mediados de los años 60’s, para enfermar de gravedad luego de los sucesos de mayo del 68 y la invasión a Checoslovaquia, y morir, definitivamente, después del fracaso económico de 1970, con el desastre de la zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar. Lo que ha sucedido desde entonces, no ha sido otra cosa que el control absoluto del poder por un ególatra inteligente y manipulador, que ha llevado las riendas de una dictadura militar.
Parece ser que María no tiene claro lo de la sangre y el sudor, porque a la “revolución” no le ha costado, sino que la “revolución” ha provocado que se derrame mucha sangre y sudor. Y el único culpable de que la economía y la producción de alimentos en la isla sean un desastre es el parlanchín en jefe, María. Y si lo dudas, recuerda el cordón de La Habana, los planes ganaderos de vaquerías con aire acondicionado, las zafras millonarias que deforestaron y esterilizaron grandes extensiones de suelo, la salinización de miles de hectáreas cultivables, la salinización del Cauto, los pedraplenes que alteraron la ecología marina, y tantos y tantos desastres provocados por el delirio de grandeza de un esquizofrénico gobernante.

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