Quién masculla tanto silencio y no deja
de castigar a la isla cercana y sola
hasta colmarla con un borde de oscuridad curva.
Pido más eclipse para los acólitos
ahora lejos, cerca,
y se irrigará mejor la luz, la aureola
de la razón que flota sin ganas
en el halo del martirio,
alcance mortal del odio, a toda alma
que se borra sobre el arrecife.
Pido más eclipse para los acólitos,
soledad en las lágrimas que se almidonan,
al palpitar en sus fotografías.
Y la pose cristalina del verbo hecho tribuno,
brillo que pudre los afectos más sagrados,
la mirada pétrea en el silencio .
Y la isla trastorna sus pasos sin sandalias. Malquerida,
impávida en los cuellos del desaliento,
sacrifica al ídolo sin entusiasmo
con un estilo gris, tedioso y lapidario.
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