Barack Obama, presidente de Los Estados Unidos de América, ha demostrado, en los meses que lleva en La Casa Blanca, que no es lo mismo gobernar que estar en medio de una campaña electoral donde lo importante es decir cosas bonitas para ganarse la confianza de los votantes. Como presidente, Obama nos ha enseñado lo que algunos vimos en él durante la campaña: es soberbio, arrogante y testarudo. Pero sobre todas las cosas es un tipo que miente para lograr lo que quiere.
Primero nos dijo que era de vida o muerte que se aprobara la ley de estímulo económico, porque de no hacerse el desempleo llegaría al 9 %, y eso nos hundiría en una depresión económica catastrófica que haría palidecer a la gran depresión de los años 30’s. Sin embargo, 7 meses después, la ley ha sido un fiasco-aunque diga que se frenó la caída en picada de la economía-, porque el desempleo está en el 9.5 % y seguirá subiendo-en algunos estados es de dos dígitos.
Pero el presidente, empantanado en su mentira, nos pide paciencia cuando hoy sabemos que la ley ha sido un instrumento político más que económico, y que las grandes masas obreras y la clase media norteamericana no nos hemos beneficiado en nada. Para rematar, han implementado el aumento salarial, algo que en estos momentos es un grave error, porque con la economía contraída conducirá inevitablemente a mayor desempleo. Los pequeños y medianos empresarios no podrán costear el incremento.
Ahora está apurado porque rápidamente se apruebe una ley de energía que pretende usar energía verde para ayudar a disminuir el calentamiento global en medio de una crisis económica mundial donde potencias como China, o potencias emergentes como Brasil, no regulan su producción energética y son dos de los países que más contaminan.
La ley de energía nos va a costar a los contribuyentes miles de millones de dólares en fuentes energéticas alternativas sin que esté demostrado que el efecto invernadero y el calentamiento global sean causados por los efectos de la contaminación de la atmósfera. Y por el contrario implicará mayor endeudamiento en préstamos con países como China, que es el principal acreedor de Estados Unidos.
Y como si no fuera suficiente, el presidente Obama quiere que sea aprobada de forma precipitada una nueva ley que reforme el sistema de salud, porque según él es la única manera de disminuir el déficit presupuestario de la nación, ya que los gastos en el sistema de salud son demasiado caros e ineficientes. Sin embargo, la comisión de presupuesto del Congreso de Los Estados Unidos-nombrada por un Congreso demócrata- ha dicho que el déficit aumentaría en más de un trillón de dólares.
Además, la reforma al sistema de salud que pretende Obama no garantiza que se conserve la calidad de los servicios médicos, ya que nos conduce inevitablemente a un sistema de seguros públicos, la burocratización y la ineficiencia. Obama debería preocuparse por eliminar la corrupción, el despilfarro y las carencias del sistema actual en lugar de hacer borrón y cuenta nueva e imponernos una especie de seguro universal que por el camino que va puede resultar un escandaloso fracaso, a pesar de ser una iniciativa bien intencionada. Sólo hay que recordar que de "buenas intenciones está empedrado el camino del infierno"
Pero el presidente está apurado porque sabe que su popularidad está en declive, y que si espera a que pasen sus primeros dos años en la presidencia, la correlación de fuerzas políticas en la Cámara de Representantes y el Senado puede cambiar y le sería muy difícil implementar sus políticas liberales.
La presidencia de Barack Obama es un fracaso-aunque los fanáticos de la izquierda puedan ver precipitación en esta sentencia. Y sólo nos queda esperar a que pasen cuatro años, para saber si el país quedará en peores condiciones que las que nos dejó Jimmy Carter.
Primero nos dijo que era de vida o muerte que se aprobara la ley de estímulo económico, porque de no hacerse el desempleo llegaría al 9 %, y eso nos hundiría en una depresión económica catastrófica que haría palidecer a la gran depresión de los años 30’s. Sin embargo, 7 meses después, la ley ha sido un fiasco-aunque diga que se frenó la caída en picada de la economía-, porque el desempleo está en el 9.5 % y seguirá subiendo-en algunos estados es de dos dígitos.
Pero el presidente, empantanado en su mentira, nos pide paciencia cuando hoy sabemos que la ley ha sido un instrumento político más que económico, y que las grandes masas obreras y la clase media norteamericana no nos hemos beneficiado en nada. Para rematar, han implementado el aumento salarial, algo que en estos momentos es un grave error, porque con la economía contraída conducirá inevitablemente a mayor desempleo. Los pequeños y medianos empresarios no podrán costear el incremento.
Ahora está apurado porque rápidamente se apruebe una ley de energía que pretende usar energía verde para ayudar a disminuir el calentamiento global en medio de una crisis económica mundial donde potencias como China, o potencias emergentes como Brasil, no regulan su producción energética y son dos de los países que más contaminan.
La ley de energía nos va a costar a los contribuyentes miles de millones de dólares en fuentes energéticas alternativas sin que esté demostrado que el efecto invernadero y el calentamiento global sean causados por los efectos de la contaminación de la atmósfera. Y por el contrario implicará mayor endeudamiento en préstamos con países como China, que es el principal acreedor de Estados Unidos.
Y como si no fuera suficiente, el presidente Obama quiere que sea aprobada de forma precipitada una nueva ley que reforme el sistema de salud, porque según él es la única manera de disminuir el déficit presupuestario de la nación, ya que los gastos en el sistema de salud son demasiado caros e ineficientes. Sin embargo, la comisión de presupuesto del Congreso de Los Estados Unidos-nombrada por un Congreso demócrata- ha dicho que el déficit aumentaría en más de un trillón de dólares.
Además, la reforma al sistema de salud que pretende Obama no garantiza que se conserve la calidad de los servicios médicos, ya que nos conduce inevitablemente a un sistema de seguros públicos, la burocratización y la ineficiencia. Obama debería preocuparse por eliminar la corrupción, el despilfarro y las carencias del sistema actual en lugar de hacer borrón y cuenta nueva e imponernos una especie de seguro universal que por el camino que va puede resultar un escandaloso fracaso, a pesar de ser una iniciativa bien intencionada. Sólo hay que recordar que de "buenas intenciones está empedrado el camino del infierno"
Pero el presidente está apurado porque sabe que su popularidad está en declive, y que si espera a que pasen sus primeros dos años en la presidencia, la correlación de fuerzas políticas en la Cámara de Representantes y el Senado puede cambiar y le sería muy difícil implementar sus políticas liberales.
La presidencia de Barack Obama es un fracaso-aunque los fanáticos de la izquierda puedan ver precipitación en esta sentencia. Y sólo nos queda esperar a que pasen cuatro años, para saber si el país quedará en peores condiciones que las que nos dejó Jimmy Carter.
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