sábado, 19 de diciembre de 2009

ALBERTO RODRIGUEZ TOSCA


Letanía del dragón de Claudiantonia

En el tatuaje de tu espalda consigo adivinar las líneas que faltan en las palmas de mis manos.

Sobre la tinta verde se despliega la angosta geografía que alguna vez configuré en un sueño y nunca más y nunca volvió a rasgar con su filosa realidad el entusiasmo de mis noches. Ahora recorro el paisaje el dibujo encerrado la silenciosa explosión que retiene tu piel como un mensaje para nadie escrito en una piedra invisible y lanzado con amorosa furia y para siempre al abismo del mar.

Confusión de los peces que se refugian en torno y murmuran con acento grave la voluptuosidad de la grafía el sonido interior las canciones el peso de los significados que ahora asciende y yo escucho encima de este océano inmenso mal repartido entre la severidad de mi insomnio y el sabor el vaho la amarga paz que despide tu cuerpo al dormir.

A duras penas logro separar la corporeidad del vacío y los alegatos de la alucinación. Grabo en el aire una falsa leyenda y comienzo mi lectura de la soledad con un gesto aprendido a propósito en las madrugadas de ayer. Hay una predestinación en la agonía no despiertes ahora duerme finge que estás viva duerme no despiertes nunca.

Si al menos cesara el tableteo del reloj su inclemente neón arrojando números a la pantalla con la misma celeridad con que avanzan las sombras hacia las fantasmales afirmaciones del espíritu ¡si irrumpiera al menos en la habitación la memoria de este instante grabado con lava rencorosa en el mapa de una vida anterior! Yo sabría qué hacer cómo acunar la lengua del dragón para que fuera salterio su fuego y no himno crónica de la miseria y no recuento miserable del fuego común respirando por la lengua de los dragones comunes para complacer el hambre de fiesta de este circo ya no humano que desborda sus graderías de aplausos sombreros al viento vivas al dragón que sufre en silencio porque nadie comprende su ademán su grito su mueca profunda detenida en la alta noche sobre la espalda de una mujer desnuda.

Duerme. Ya no tienen remedio los caminos que erré. Encontrarán su castigo en los tribunales del alba. No despiertes ahora duerme no conozcas mi nuevo rostro. Ruego porque no hayan entrado a tu sueño los artificios de mi dolor duerme. No escuches ni siquiera mi ruego. Duerme duerme no despiertes ahora.

Nunca.

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