Luis Felipe Rojas Rosabal nació en San Germán, Holguín, en 1971. Estudió Filología y Comunicación Social, ambas sin concluir. Ha publicado los poemarios Secretos del Monje Louis, Animal de alcantarilla, Cantos del malvivir y Anverso de la bestia amada. Ha obtenido premios por participar en concursos en la isla. Por otro lado cuentos suyos han aparecido en revistas cubanas y extranjeras, y es autor desde el interior de la isla del blog Animal de alcantarilla y se desempeña, además, como periodista independiente. Desde la ciudad de Holguín, Luis Felipe contestó la siguiente entrevista a Armando de Armas para MartiNoticias.
MN. Cuente por favor a nuestros lectores sobre la revista Bifronte.
LF. Bifronte fue una idea de lo que un día será Cuba, un país de una pluralidad cultural digna de ser mostrada al mundo. Nunca pensamos que fuera una revista disidente o de oposición, pero sí plural y diversa y ya eso es disidencia para un gobierno totalitario como el de La Habana. Si tienes oportunidad de revisar alguno de los dos únicos números que logramos sacar, verás que hay gente como Caridad Atencio, Rito Ramón Aroche, Gabriel Pérez o Carlos Esquivel, que sin ser voceros de nadie ni de nada, son escritores miembros de la UNEAC y hasta viajan al exterior a través de las promociones del Instituto Cubano del Libro (ICL), pero también homenajeamos al holguinero ilustre, Guillermo Cabrera Infante y pusimos textos del proscrito Antonio José Ponte. Ya eso es disidencia para los coroneles del ICL. Lo que nos cayó a Michael H. Miranda, entonces co-coordinador y a mí, no fue de amigos. Empezando por el presidente del ICL, hoy en desgracia, Iroel Sánchez, las burlas de mal gusto del Ministro de Cultura, Abel Prieto, y los mensajes a través de enviados como Alexis Triana, Director de Cultura en Holguín y la sorna de la Directora de la editorial provincial Lourdes González… ad infinitum.
Para que tengas una idea, a mí me dijo Triana que nos iban a "pasar con los tanques por arriba", es decir que la Seguridad del Estado tenía las pistolitas hacia nosotros. Lo demás fue tan penoso que no valdría tres líneas. Un día nos llamó el Obispo de Holguín, Monseñor Emilio Aranguren, para decirnos que no podíamos continuar imprimiendo los casi mil ejemplares de la revista allí, que la tal Caridad Diego, funcionaria del PCC que atiende asuntos religiosos, le estaba comiendo prácticamente la cabeza. Desde ahí, "deportaron" a España con una beca al sacerdote Olvier Hernández Carbonell, nuestro asesor. Nos comunicaron que los millares de papel que había en reserva habían pasado al nuevo inventario (el Obispo recién tomaba la administración diocesana) y lo más increíble, y lo cito: "esa revista no es de interés de la Iglesia, por lo menos en esta diócesis", di tú. Hace un tiempo escribí un artículo en Cubaencuentro titulado "Cómo se mata una revista", ahí está lo demás.
MN. ¿Qué pasó con su libro Para dar de comer al perro de pelea?
LF. Ese poemario lo había entregado a una editorial y otra más lo estaba solicitando, pero apenas la Seguridad del Estado puso mi nombre en la "lista negra", dejaron de llamarme. Circuló una de esas órdenes invisibles que te hacen aún más invisible. Desde hace tres años no puedo hacer lecturas públicas, ejercer como jurado de certámenes literarios, ni volver a poner mis documentales en la TV nacional o aparecer en un certamen con un libro a concursar. Sé que de buen corazón un editor amigo mío, de la editorial UNION, por entonces, se me acercó, me dijo lo del libro, que no era culpa de él, lo sé, yo no iba a pedirle cuentas. Otro vino después a decirme que lo sentía igual, pero mi libro estaba fuera del plan editorial. Desde ahí me ganó la dejadez y no mandé a otra casa editora, pero gané un poquito en amor propio, y no quisieran publicar bajo los mismos parámetros en que prohibieron y casi matan a María Elena Cruz Varela, proscribieron al bueno de Manolito Vázquez Portal y a Raúl Rivero (salvando todas las distancias en calidad literaria, of course).
Yo he asumido un compromiso con la belleza, que a su vez encierra un vínculo muy fuerte con la libertad del individuo, con el respeto a los demás. La gente debe de tener oportunidad de publicar lo que le venga de su real gana, siempre que no sea perjudicial para alguien. Te estoy hablando desde un pasado de cuatro poemarios publicados bajo la oportunidad leonina de tener que concursar para poder publicar, que es el modo más eficaz que hay en Cuba de hacerlo sin tener que arrastrarte, sin babosear en una tribuna ni rendirle culto a nadie, y hasta la fecha no he publicado en editorial extranjera, por dos cosas muy prácticas: una, que no tengo socios; dos, que a lo mejor mi poética funcionaba en Cuba, pero no para editores extranjeros, y eso es muy normal, así que como dice el chévere de Álvarez Guedes: me jodí. Pero no me pesa.
MN. ¿En qué circunstancias ocurrió su último arresto?
LF. Desde hace casi cinco años publico para medios en el exterior como Cubaencuentro, Miscelánes de Cuba, la misma Radio Martí y Radio República, en unos más que en otros. El día 9 de septiembre de este año se hizo el primer encuentro de la Junta Directiva de la Alianza Democrática Oriental y fui invitado a cubrir ese acto cívico. Fue todo. Al otro día se apareció el Mayor Roilán, que dice ser el Jefe de Enfrentamiento al Enemigo (Departamento 21) en Holguín, junto a un oficial joven de San Germán, Leonardo Portelles Etayo, otro joven más y un policía local. ¡Óyeme, te digo! Esta gente tiene que estar enferma, cuatro hombres para conducir a un poeta. Me llevaron para la Unidad de la Policía y me retuvieron por cuatro horas, después de la preguntadera me devolvieron a casa, nada más.
Si lo miras así no es tortura ni malos tratos, como dicen las normas internacionales de monitoreo de derechos humanos, pero ¿quién le devuelve la paz a mi madre, mi esposa y mi hijo Malcolm, de seis años? Para mí no existe la literatura de ficción que escribo si no pienso en la libertad de Cuba, mis poemarios (inéditos también), no tienen sentido si no estoy pensando y haciendo algo para que cuatro militarotes no se metan más nunca en casa de nadie, pero menos en casa de un escritor. Yo me pongo a pensar cuando pasen unos años, cinco, diez y yo le enseñe mis libros a mis hijos, los cuentos infantiles que escribo, y estos tipos tengan que contarles a los suyos de heroicidades como las de detener a un cineasta, cerrar una exposición de pintura, meterle papeles en la boca a una poeta, clausurar a palos una revista y encerrar a un escritor. Buen ejemplo les darán.
MN. ¿Qué opinión le merece la poesía que se hace hoy en Cuba?
LF. Es una lírica bastante rica en matices. Aparte de la guanajería folclórica de ponerse a premiar estilos, conductas fieles, poses patrioteras y eso, hay un montón de gente en lo mejor de la lengua española. Nada más de buscar los poemas de voces de generaciones distintas como Rafael Alcides y Domingo Alfonso, de los años 50, Cary Atencio, Ismael González Castañer, Reinaldo García Blanco y Carlos Augusto Alfonso por los años 80, y Carlos Esquivel, Katia Gutiérrez o Luis Eligio Pérez, de la última hora, ya con eso hay para quedarse en casa a leer sin que te vayas a perder nada en la calle. No soy crítico ni estudioso literario, sé que Antonio José Ponte o Víctor Fowler, que son acuciosos y autorizados me echarán a un lado, pero uno hace su montoncito de poetas para las horas más oscuras y menos felices para que te acompañen, y esos que te he mencionado son algunos de los que están entre el jolongo que yo mismo me he hecho a fuerza de lecturas arbitrarias. Con eso se salva ahora mismo la poesía cubana.
MN. ¿Se puede hablar de un movimiento literario similar al Samizdat de la era soviética en la Cuba presente?
LF. Claro que no. Siempre ha habido inconformes con las políticas editoriales, en cualquier parte. Pero en los regímenes cerrados como el nuestro, el acto kamikaze de hacer una publicación clandestina, asume líricas y modos de ficcionar y testimoniar la vida más allá de los permisos gubernamentales. Sin esas válvulas de escape no hay literatura total. Revistas o proyectos editoriales que en sus momentos tuvieron el permiso estatal, como El Puente, donde estuvieron José Mario y Miguel Barnet, entre muchos, cierran el arco de registro de una parte de la vida del país. Diáspora(s), Cacharro(s) y Consenso, Cubanet, Encuentro de la Cultura Cubana (que están fuera, pero ya tienen sus víctimas dentro por la "gracia" de la represión) completan la autopista libertaria por donde deben moverse los chicos inquietos de cualquier cultura, los animales literarios.
MN. ¿Como poeta, qué busca?
LF. Aunque parezca cómodo o común, yo no busco nada. Ya pasé esa etapa, gracias a Dios. Yo encontré (buscando también) a tipos tan genuinos como Homero, Quevedo, Lovecraft, Martí, Isolina Carrillo, La Lupe, Celia Cruz, la pintura de Tomás Sánchez, los zapatos de cuero que vi en una revista de Marruecos, las voces de mis hijos, las cartas de Oscar Elías Biscet y Manuel Vázquez Portal a sus mujeres (respectivamente, que quede claro), y tantas cosas que veo, oigo, siento y me dan miedo y alegría, que ya no busco nada.
Soy un tipo supersensorial, cursi, entretenido y bobalicón (ese es el orden de superación que me he conseguido, no se lo recomiendo a nadie) a tal extremo que tengo temas y motivos de sobra para seguir escribiendo. Soy un hombre al que le han corrido la meta de llegada hasta el día de la muerte, eso gracias al conocimiento de Dios, ya no espero publicar, porque nadie me lo va a pedir, de modo que estaré aquí, escribiendo hasta que mis hijos puedan leerme y aburrirse, o dos o tres amigos se lleven mis cuadernos escritos y me los devuelvan, ese es el rango de espectadores del que gozo, yo creo que ya eso es bastante si tenemos en cuenta lo que pudieron gozar en ese sentido Safo, Esquilo y Plotino, que sí fueron monstruos de verdad.
MN. ¿Por qué cree que figuras literarias y de la cultura en general ya consagradas, como fue el caso de Heberto Padilla y Raúl Rivero, cada uno en su momento, no se han sumado al moviendo disidente?
LF. Padilla no se sumó a la disidencia, él asumió su disidencia, decidió su suplicio, encontró su éxito particular, gozó del don, el talento que Dios guarda solo para pocos como él, el de ser un adelantado, y también sufrió la desidia, el échate pa'llá que tienes lepra de algunos cobardes, como en todo tiempo desde que el mundo es mundo. Padilla fue un aviso divino de que ya nos cocinábamos a fuego no tan lento en la caldera del diablo. No creo que se deba pedir a los artistas y escritores lo que no han hecho ni los políticos, porque si no habría que preguntarse ¿por qué los que sí quisieron cambiar este desastre hace tiempo se marcharon y siguen haciéndolo? No peras al olmo. El arte no debe de estar al servicio de nada. Ahora, que yo, Luis Felipe, poeta y ciudadano decidiera no continuar con la farsa de aplaudir en público y despotricar en privado, ya eso es responsabilidad mía.
No aplaudo a los que dicen no meterse en política y se van a Caracas o Madrid en primera clase con el dinero mal habido de la dictadura cubana. Ni los que, como el ensayista cubano radicado en la isla, Rafael Hernández (hace unos días en Texas y en Miami), tienen la libertad de hablar en cualquier parte y cercenan el derecho de los nacionales cubanos. No aplaudo eso, pero nunca les he pedido a mis contemporáneos que se sumen al horror que vivo todos los días: me apedrearon la casa, la bombardean con huevos podridos, me detienen, se meten los policías a revisar las gavetas donde mi mujer guardó sus prendas interiores la noche antes del registro, siempre están prometiéndome otro registro… eso no se lo deseo a nadie, pero solo yo gozo de la frente en alto, de la libertad de escribir y decir en público lo que considero un crimen: tener presos por motivos de opinión, apalear a personas indefensas y pacíficas, regir quién sale y cuándo del país, el carro que debes ganarte, el país a donde ir para venir con cuatro pesos y comprar una casa.
Creo que hay miedo, acomodo y cinismo en unos cuantos, no todos, pero recuerda lo que nos dijo Raúl Rivero: cada quien administra su miedo como puede. ¿Ok? Mañana cuando me metan los veinte años por violar la Ley Mordaza como me han prometido, unos dirán que soy un tipo sin remedio, pero otros le enviarán una carta de solidaridad a mi mujer y entonces tú habrás comprendido lo que te quiero decir.
MN. ¿Permanece la impronta de Padilla entre los poetas jóvenes en la isla?
LF. Pero fíjate, la percepción literaria sobre Cuba se puede haber quedado allá por lo finales de los 60 ó 70. Gestos como el de Padilla pueden haber sido triturados por la maquinaria oficial. Pero Padilla es un referente obligatorio, pero no un lastre. Versos como: "Protégete de los tímidos y los apabullados/ porque un día dejarán de ponerse de pie cuando entres" ya no hacen que en Cuba metan preso a alguien como pasó con Padilla en su tiempo. Ahora los censuran, les dan un coscorrón a los chicos o los invitan a cambiar el verso, si no le dan una vueltecita por la Feria del Libro de Guadalajara. En caso de insistir, no te publican más y ya, o te publican trescientos ejemplares, los distribuyen en tu municipio, y punto. Muerto el perro, se acabó la rabia. Las últimas generaciones pueden haber sido más marcadas por sus familiares perdidos hace veinticinco años por el puerto del Mariel o las dentelladas de los tiburones en el Estrecho de la Florida que por los azotes inflingidos a Heberto Padilla.
Yo creo que incluso, mi generación puede venerar a Padilla por el gesto primigenio de alzar la voz frente al gaznatón castrense de La Habana, pero se ve más marcada por esa Habana destruida, por esa cosecha de manzanas que no pudo probar, por los viajes que les han negado, la vida que se les ha ido entre apagones, trabajos voluntarios y permisos oficiales. Padilla está ahí como para que sepas lo que no debes de hacer, lo que debes de sugerir en tus versitos. Padilla es una impronta, una marca, una señal, más que un faro, una guía, que tampoco es algo imprescindible. Tú escribes también para matar a tus padres, para romper con algo. Si el gesto sirvió para que otros mostraran su valentía, como lo han hecho, muy bien, pero no es función de los poetas, no por lo menos en el sentido en que yo veo la poesía.
MN. ¿A qué Cuba aspira Luis Felipe Rojas?
LF. Fácil. A la de una hora de Internet sin que te cueste lo mismo que diez libras de carne de cerdo. Sueño con el día en que en una pantalla gigante colocada aquí en el parque Calixto García, de Holguín, pueda ver pitchear a Aroldis Chapman sin que lo abuchee "el pueblo enardecido", a sentarme a ver el noticiero del mediodía para ver salir de la cárcel a Oscar Elías Biscet, Juan Carlos Herrera Acosta, Orlando Zapata Tamayo, Próspero Gaínza Agüero y Enyor Díaz Allen de la cárcel y sean recibidos por el nuevo Ministro del Interior, que debe ser un médico, un sociólogo o un ingeniero, y los reciban en el nuevo Palacio de Gobierno, se les rinda honores y se puedan ir a donde les salga de sus… ganas.
Mi Cuba futura es la de La Habana sin que me deporten a mí y mis hermanos de lucha hacia el Oriente cubano. Sueño con una Cuba para TODOS los cubanos, una Cuba sin tener que hacer maravillas para sacar esta entrevista entre los filtros que los chicos de la UCI han puesto como un rastrillo para que no pasen los animales. Esa es una Cuba con la que soñamos tanta gente, con tanta fuerza y tan al unísono que no puede estar lejos, pero nos puede llevar un tiempo prudencial como para que se nos acabe de morir Normando Hernández en la cárcel en Camagüey o sigan torturando al médico Darsi Ferrer en la Prisión de Valle Grande. Ya te dije, soy un tipo soñador, comprometido con la belleza y con los puños arriba contra los demonios del "power" verdeolivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario