Batallas Perdidas
Osmar Laffita Rojas
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Llama la atención que la prensa no haya hecho referencia al 22 de abril, fecha en que se conmemoraron 10 años de la Operación Reunión, mediante la cual agentes federales norteamericanos se llevaron de casa de su familia en Miami al niño Elián González. El niño fue entregado horas después a su padre, Juan Miguel González, que estaba en Washington. Regresaron a La Habana el 28 de junio de 2000. Este acontecimiento puso fin a una dramática disputa legal por la custodia definitiva del niño, la cual acaparó la atención internacional y marcó al exilio.
La intransigencia de los exiliados, que se negaban a entregar al niño a su padre, respondía a la pasión política, que ignoraba que en Estados Unidos las leyes se respetan. Todo ello derivó en una derrota del exilio en su lucha contra el gobierno cubano. Era eso lo que buscaba Fidel Castro.
Los meses que mediaron entre el rescate del niño en el mar y su regreso a Cuba, sirvieron a Castro para consolidar su política de movilización del pueblo, la cual llamó “Batalla de ideas” y en la que se dilapidaron millones de dólares. Miles de cubanos marchaban casi a diario por las calles del país para exigir el regreso de Elían.
La “Batalla de ideas”, por su parte, se desmarcó de todas las instituciones. Sus promotores se situaron por encima de ellas, sin ningún control del gobierno, y mucho menos rendirle cuentas a la Asamblea Nacional. Las instancias gubernamentales y legislativas se pusieron totalmente en función de la Batalla, y debían ejecutar las decisiones que tomaran sus dirigentes.
Las principales actividades económicas, educacionales y de salud pública pasaron a ser los principales objetivos de la “Batalla de Ideas”, supeditándose a ella. Las que no estaban contempladas en la Batalla, pasaban al olvido. Esto provocó el actual deterioro de la agricultura. A inicios de 2007, más del 40 % de las tierras cultivables estaban cubiertas de marabú, mientras el gobierno cubano destinaba cientos de millones de dólares a la compra de miles de toneladas de alimentos, principalmente en los Estados Unidos.
Los prácticamente desaparecidos trabajadores sociales, versión criolla de los guardias rojos de la Revolución Cultural China, se ocuparon de ministerios e instituciones económicas, sin que nadie los supervisara. Entre otras tareas más, se ocuparon en distribuir efectos electrodomésticos y utensilios de cocina, por los cuales en estos momentos más del 50 % de los usuarios adeudan decenas de millones de pesos al Estado.
La remodelación de hospitales y policlínicas como parte de la “Batalla de ideas”, ha sido desastrosa. En la mayoría de estos centros los equipos no funcionan, hay escasez de médicos, paramédicos y personal de servicio. La atención, la alimentación y la higiene son pésimas. Cuando alguien tiene que ingresar a un hospital debe llevarlo todo, porque el hospital no tiene nada. Una situación similar ocurre en las policlínicas. Quien necesite hacerse una placa, medirse la vista, hacerse un arreglo bucal, o que lo vea un especialista, tiene que pagar por la izquierda esos servicios o esperar meses para lograr que lo atiendan.
El caso Elián fue el pretexto para imponer al pueblo la “Batalla de ideas” que, luego de 10 años, no ha dejado nada positivo que exhibir.
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