¿Hacia Dónde va Cuba?
Gustavo Pardo Valdés
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Desde hace cinco décadas los cubanos han padecido cada trece o catorce años algún tipo de trance, que ha obligado al gobierno a implementar ciertas medidas circunstanciales para sortear la crisis; acciones que han producido expectativas de cambios en lo político, lo social y lo económico.
El 26 de julio de 2007, el general Raúl Castro hizo un llamamiento a realizar reformas estructurales en el viejo andamiaje de la revolución. Una vez más surgieron numerosas expectativas al respecto; basadas en parte en la supuesta personalidad pragmática que se le asignaba a Raúl Castro.
Después de cincuenta años de gobierno castrista, la comunidad internacional no ha aprendido a evaluar el significado que tienen los conceptos emitidos desde el poder. Cambios estructurales no significa cambios de fondo en el sistema; estas palabras deben interpretarse como cambios organizativos en la administración del Estado.
Generalmente, los analistas y politólogos, antes de emitir un informe sobre alguna proyección económica o política, o sobre la conducta que piensan asumirá un estadista, lo primero que hacen es estudiar sobre la trayectoria seguida en dicho país.
En el caso de Cuba ocurre todo lo contrario: los pronósticos se hacen a la ligera, sobre la base a actitudes o declaraciones formuladas de forma puntual, lo cual constituye un error. Si de algo no se puede culpar a los gobernantes cubanos, es de no ser consecuentes con el discurso inicial expresado por Fidel Castro desde 1959. Un cambio de poder en la Isla no es negociable.
No sería justo afirmar que Raúl Castro ha mantenido un inmovilismo a ultranza. Se han implementado medidas para incentivar la producción agrícola; se habla de entregar locales estatales en usufructo para que algunas esferas de los servicios sean administradas por los propios trabajadores; se ha autorizado la venta y contratación de ciertos artículos y servicios, que antes estaban vedados a los nacionales.
En estos momentos, la situación económica se ha agravado. Cada vez hay menos artículos en los comercios y mercados, tanto en moneda nacional como en divisas, y sus precios han aumentado. El disgusto se puede palpar en las calles, y entre sectores de la intelectualidad, del propio Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas.
Por el momento, y pese a las gestiones del gobierno español y la izquierda internacional, lo que se observa es un incremento de la represión y el atrincheramiento en el viejo discurso de la revolución.
Las nuevas variantes son que en estos momentos no existe el poder unipersonal; se presumen fracturas en la cúpula de poder; aumenta la presión internacional, los intelectuales marcan distancia del régimen, y el descontento popular crece.
Esto hace inevitable que nos preguntemos: ¿Hacia dónde va Cuba?
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