Pero más allá de este signo, el año terminó también marcado por la noviolencia. Ahí quedan como testimonios la marcha contra la violencia protagonizada por más de 200 jóvenes en La Habana, repetida con éxito por decenas de opositores en el poblado de Punta Brava, y la entrega de otras 10.000 firmas de apoyo a la campaña Con la Misma Moneda. Mención especial para los activistas que durante todo el año entraron en restaurantes y forzaron la aceptación del peso cubano en lugares donde hasta ese entonces no valía la moneda de los trabajadores. La represión no es nada nuevo pero esto sí es noticia, a pesar de que lamentablemente muchos medios de prensa no lo hayan reflejado como se merece un hecho de esta magnitud.
Estos acontecimientos han puesto sobre el tapete las dos vertientes que se manifiestan en la lucha por el cambio en Cuba: Por una parte una dictadura cuya concepción y ejercicio del gobierno está basado en la fuerza como principal fuente de poder, y un Movimiento Cívico Independiente cuya vocación de lucha toma como base el uso de la noviolencia. En la medida que esta correlación de fuerzas cambie a favor de los activistas pro democracia, se incrementarán las posibilidades del cambio. Es un simple fenómeno físico. El cambio se genera cuando las fuerzas de la noviolencia llegan a ser superiores en número y capacidades a las fuerzas de la violencia. Lo que se impone entonces, es potenciar el elemento democrático de la ecuación
Pero la noviolencia no funciona de forma espontánea, sino que como todo conflicto necesita de una preparación previa para obtener el éxito. Como los tres elementos de su nombre lo indican, implica una confrontación (lucha), con objetivos pre determinados a conquistar (estratégica), utilizando la "fuerza más poderosa" descrita por Gandhi (noviolenta). En ese sentido, la lucha estratégica noviolenta se plantea de la misma manera que una confrontación militar, con la sustancial diferencia de que no se emplean armas ni se busca la destrucción física del oponente, sino de sus fuentes de poder.
Es preciso entender que la lucha estratégica noviolenta no tiene nada de pasiva, ni busca la "conversión" de los puntos de vista del oponente. Por eso es fundamental pasar de la cultura de la denuncia a la cultura del activismo, y de los hechos aislados de coraje a campañas articuladas en torno a aspiraciones concretas. Las propias Damas de Blanco y la campaña Con la Misma Moneda son ejemplos de que esta visión resulta viable, a pesar de todas las percepciones erróneas que existen sobre este tipo de lucha.
En este sentido la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba trabaja en respaldo a organizaciones dentro de la Isla en base a tres elementos básicos: empoderamiento, comunicación y estrategia. Brindarle sentido de poder a los activistas por medio de la asimilación de experiencias exitosas como Solidaridad en Polonia, por citar un ejemplo, y proveerle los medios de comunicación para que puedan trasmitir ese sentido de poder a su entorno, de forma tal que les permita alcanzar lo que se conoce en la terminología noviolenta como "poder en números", la articulación de un movimiento de base popular.
Mucho se habla hoy en día de Cuba y la noviolencia, sus posibilidades de éxito o aplicación en nuestra causa. Para entender a plenitud este fenómeno es preciso comprender que noviolencia (escrito así, en una sola palabra) es algo más que la simple ausencia de violencia. La lucha estratégica noviolenta es una forma de confrontación, muy lejos de lo que comúnmente se conoce como "resistencia pasiva". La noviolencia no es pacifismo, sino una metodología de acción. Como tan acertadamente expresó Mahatma Gandhi: "Primero te ignoran, después se ríen de ti, después luchan contra ti, y entonces tú ganas".
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