Fue comandante de la Esmeralda, y su visita a Cuba en 1971 quedó inmortalizada en el libro "Persona non grata" de Jorge Edwards.
Constanza Rojas V.
Fue la primera y única vez que el buque escuela Esmeralda estuvo en Cuba, y consiguió que su comandante, Ernesto Jobet, pasara a la historia. El contraalmirante, quien entre otras cosas fue embajador de Chile en Nueva Zelandia y subsecretario de Marina, falleció el martes en la mañana, pero el registro de este episodio de febrero de 1971 quedó inmortalizado por Jorge Edwards en "Persona non grata".
"Era la primera visita oficial de un barco de la escuadra chilena, después de largos años de ruptura de relaciones", narra en el libro el escritor que por esos años se encontraba en Cuba como representante diplomático de Chile. "Fue una visita sumamente controvertida. Es importante porque fue previo a que llegara Fidel a Chile... Y la Esmeralda era la embajadora de Chile en el mundo", dice la doctora en historia Patricia Arancibia Clavel, autora de "La marina en la historia de Chile". Y Edwards recuerda: "Los marinos y oficiales chilenos miraban Cuba con una curiosidad enorme, y eso le daba una especie de dramatismo a la visita".
El escritor pudo ser testigo de la recepción que Jobet organizó en la Esmeralda para Fidel Castro. Como anfitrión, el comandante especificó expresamente que las medidas de seguridad corrían por su cuenta. El primer traspié, entonces, fue cuando el mismo día del evento en la mañana llegaron guardias a inspeccionar el navío. "Jobet debió reiterar que la seguridad en el barco era responsabilidad suya, que podían investigar lo que quisieran en el muelle, pero no ahí. Eso creó un pequeño conflicto", cuenta Edwards.
Pero el mayor desarme ocurrió en la cámara del mismo Jobet. El escritor cuenta que el comandante lo invitó a él y a Fidel Castro a su pieza privada. Entró el mandatario y luego sus guardias armados, pero "con un gesto" el comandante chileno pidió a Fidel que expulsara a su escolta. Y el cubano les ordenó salir. Retrocedieron y se quedaron en el pasillo.
"Fue un detalle muy simbólico", resume Edwards. "Me llamó la atención la personalidad del comandante, muy tranquila". Lo que se confirma con el siguiente episodio que recuerda: Castro le preguntó qué quería hacer en la isla, y Jobet respondió que jugar golf. Algunos se escandalizaron con la petición, entre ellos Laura Allende, hermana del Presidente en esos años. Entonces, Fidel le respondió a ella: "Con tanto trabajo y tan poco deporte no te vas a ganar a los marinos chilenos". Y el partido se llevó a cabo el 25 de febrero. Edwards relata: "Participó Fidel, que no sabía jugar; yo, que había pegado algunos palos de niño, y Jobet, que sí era golfista... Lo interesante ahí fue todo el diálogo que ocurrió, el contacto entre los dos personajes. Uno muy conservador, como Jobet, y otro un revolucionario". Posiciones que mostraron su contraste sobre todo al final del viaje, cuando el comandante pidió a su tripulación que escribieran cartas a sus familiares con lo que habían visto en la isla, incluyendo la pobreza que los había asombrado.
"Todo esto demostró la personalidad bastante segura de sí mismo que tenía", afirma su señora, Patricia Dal Borgo. "Pero, en el fondo, lo que pasó con Fidel fue que se cayeron bien
No hay comentarios:
Publicar un comentario