viernes, 1 de enero de 2010

Navidad bajo reclusión domiciliaria


Después de dos meses preparando la fiesta de navidad en que donde mi hijo Malcom se presentaría en la iglesia del pueblo tuve que conformarme con las fotos, los recuerdos de sus palabras y lo que me contaron.
Esa tarde se presentó en casa un Jeep de la guardia operativa tirando estruendosamente las puertas y me pidieron que los acompañara a la jefatura de la policía. Tuve que ir antes de que me decretaran el delito de desacato y resistencia, tuve que ir cuando vi los ojos asustados de mis dos niños, el espanto en la cara de la gente de mi casa: dos ancianos de más de 70 años.
El motivo de la detención estaba en que no me uniera a la protesta que en Holguín lideraba Jorge Luis García “Antunez” porque se reconozcan los derechos de los presos políticos como la hora de sol, la adecuada atención medica y el traslado hacia sus lugares de origen a otros mas cerca.
Orlando Zapata Tamayo protagonizaba una huelga de hambre en la tenebrosa prisión Kilo 8 de Camaguey y su madre Reina Luisa Tamayo Danger lo apoyaba desde las afueras del recinto penitenciario y a mí me encerraron para que no reportara de la solidaridad de muchos. Junto a mí se llevaron a José Antonio Triguero Mulet, un activista de derechos humanos de 66 años de edad.
Ese 25 de diciembre enfrenté ocho horas de encierro. Tuve que enfrentar a un joven agente del orden público que en el ‘cacheo o registro personal’ quiso tocar demasiado mis glúteos. Ahí terminé el registro de rigor y la tocadera de descaro.
Dos días después, el domingo 27 volvieron a meterse en mi casa frente a mis niños, otra vez. Pero ni antes ni entonces me pudieron explicar porqué no me mostraron el documento oficial de detención.
Mi esposa Exilda Arjona lanzó mensajes de texto a todos el día 25 para contar que me habían detenido pero ya el 27 se abalanzó con los dos pequeños hacia la “Comisaría’ municipal bajo el frío y el sereno de la noche y emprendió su perorata de defensa.
Me liberaron ya tarde en la noche, otra vez junto a Triguero Mulet.
Allí oré hasta quedarme ronco, oré en voz alta hasta aturdirlos de amor. Dos horas de oración continua. Y me soltaron.
El lunes 28 la amenaza y asedio pasó a ser telefónica. Un oficial, un tal Rodolfo Cepeda, llamó para amenazar a mi esposa con lo que dice él me hará si me acerco a la casa de Cari Caballero donde Antúnez todavía continuaba junto a diez personas más en la protesta cívica.
Aquí no hay patrullas con sirenas sonando por las calles. Un jeep verde, un tractor, dos jóvenes en bicicletas… los dispositivos de vigilancia y control tienen sombrero de yarey y están vestidos de paisano.

Luis Felipe Rojas, Holguín Cuba

No hay comentarios: