viernes, 12 de marzo de 2010

Estalinismo y Segregación a la Cubana

Estalinismo y segregación, un resumen de mis últimas semanas...

Lía Villares
Me disculpo ante todo con los visitantes esporádicos –hablo de h e c h i z . . . , entre los que yo misma me encuentro- por la ausencia prevista y la presencia pospuesta.
Quise esperar un poco a que se calmaran las tensiones, y el pensamiento luciera calmo. Pero como veo que tal cosa es imposible que me suceda al menos por ahora, y mi cabecita seguirá atormentada por un tiempo, me arriesgo a contarles a grandes rasgos lo acontecido en estos últimos días de febrero y los primeros de marzo. Empiezo al revés, por el final, porque así soy, caótica hasta el fin, incluido el principio. Me encuentro a las 4 y media de la tarde en el cafecito Fresa y Chocolate (sólo en CUC) frente por frente al ICAIC, junto al cine Charles Chaplin, donde acaba de finalizar la 9na Muestra de Jóvenes Realizadores ICAIC, Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, justo detrás de “el incidente” del cual como siempre me entero de última: al parecer Eduardo del Llano se acaba de ir cinco minutos antes que yo llegara, muy molesto, muy molesto… y ninguna camarera quiere darme información.

Las cosas en la Muestra fueron de mal en peor.
El miércoles a las 3:30 pm exhibían Revolution, el documental de Mayckell Pedrero (director de fotografía y composición de imagen en los Estudios de Animación ICAIC) sobre los Aldeanos, ganador de 4 premios en la Muestra, (y censurado hasta último momento: la prueba más contundente es que en el catálogo aparece como un suelto, una hojita de papel con las fichas técnicas pero sin la imagen del documental, cuando todas las obras tienen su imagen promocional con la sinopsis, y en páginas aparte, la ficha del autor); y como siempre, yo llegué tarde, y el cine estaba cerrado por capacidad, con un grupo como de treinta gentes afuera, entre los que se encontraba Claudio, que acababa de ser expulsado a empujones del cine cuando salía a filmar al lobby, donde estaba la exposición fotográfica homenaje al director cubano fallecido Humberto Solás, director Lucía y del Festival de Cine Pobre en Gibara. Después de un rato le insistí a William para que me acompañara al cine 23 y 12, cruzando la calle, para ver si podíamos entrar allí. William me acompañó pero no quiso entrar. El 23 y 12, más pequeño que el Chaplin estaba repleto, pero más de segurosos caminando por los pasillos y sacando a la gente que estaba de pie o sentada en el piso que del propio público. Además, un público extrañamente silencioso que reaccionaba sólo con algunas risillas muy aisladas a las expresiones abiertas del B y de Aldo en la pantalla. La proyección tampoco era la mejor, se veía bastante mal y con ruido. Hubo un solo aplauso cerrado, si bien corto y discreto, cuando el B dice que quién es el contrarrevolucionario, el que no cambia lo que debe ser cambiado o ellos, los aldeanos, que gritan su denuncia sin miedo, hasta el día que a los de arriba les de la gana. Con mejor entusiasmo pude escuchar a la salida que en el Chaplin la gente sí se manifestaba todo el tiempo, con ovaciones y exclamaciones positivas. Cuando saqué mi camarita en el 23 y 12 una mujer me ladró no se puede grabar nada de lo que se está poniendo aquí. Me hubiese gustado compartir la energía general del Chaplin en vez del sepulcral silencio del 23 y 12, al parecer lleno de cuadros del Partido. Como el Chaplin es mucho más grande, el público normal superaba al impuesto.
Cuando llegué al otro día a la misma hora al Chaplin -porque presentaban mis cositas y eran las primeras de la programación-, Claudia terminaba de gritar el audio que publicó en Octavo Cerco. ¡Así que nunca me pude ver en pantalla grande! Y para colmo, cuando las repitieron (mis cositas) en el 23 y 12, llovía mucho y llegué cinco minutos después de que se terminara bored moi… sólo me consuela un poco que mi mamá sí las vio, y también Lea, la amiga francesa de Luis y de Claudia, son las dos personas conocidas cercanas que las vieron. Es un poco frustrante pero es algo. Al menos no cargaron con el Ciro, que trataba de convencer a los policías que le retenían el carné bajo órdenes superiores que ellos también eran pisoteados y que cómo no podían diferenciar lo justo de lo injusto y qué cosa significaba segregación. Le dije a Ciro que no perdiera su tiempo, esos policías son inmutables como piedras, y suelen ser muy abusadores. No sé cómo pude estar tan tranquila en ese momento. La misma muchacha que me pidió hacer callar a Claudia por puro miedo sintomático me dijo que ellos, la Muestra, no podían hacer nada cuando pregunté que por qué mis amigos no podían entrar al cine. Impotencia. Los de la seguridad, una pared delante de las puertas, decían que ellos como institución se reservaban todo el derecho de admisión a sus locales y que era lo mismo que en las casas particulares (aquí les abrí mucho los ojos porque no podía creer que estuvieran diciendo eso en serio) A tu casa entra el que tú quieras, pues aquí también. Dueños y señores, más que claro. Me dijeron también que eso estaba escrito al lado de la taquilla, donde Ciro había comprado sus entradas. Por supuesto nunca fue conmigo a enseñarme semejante barbaridad, me mandó a informarme con la administración del cine, o sea, los Hugo Pavón. Luego nos pasó de largo a mí y al Ciro, que no le acababan de devolver el carné, y al que terminaron poniéndole una multa por escándalo público, que nunca firmó, por supuesto. El tipo nos dijo que en ese momento no tenía tiempo para aclarar ningún malentendido (en el audio se oye cómo le dice a Ciro que es una falta de respeto luego de mandarlo a largarse) porque según me dijo Ciro lo había ofendido personalmente: cuando le grita a Ciro mercenario!, Ciro le riposta que más mercenario es él que le pagan un salario de mil pesos por tareas tan indignas.
Los gritos de Claudia fueron escuchados por las muchachas de la Muestra, que cuando me vieron llegar me pidieron que tratara de callarla si era amiga suya, pero ya Claudia gritaba tanto, estaba más cercana a la calle que a la puerta cerrada del cine y hablaba con Fernando, un amigo abogado argentino del que reproduzco un texto suyo a continuación de este post -si me deja- que se solidarizaba con ella, sin conocerla y la felicitaba por defender los derechos civiles, un poco shockeado al escuchar que Claudia iba a ese cine desde los 13 años.
Más tarde las organizadoras de la muestra también se disculparon y le dijeron que ellas nunca había visto cosa semejante pero que lamentablemente no podían hacer nada, y más que todo temían la pérdida del evento para siempre.

El día de la clausura, el domingo, nuevamente le impidieron la entrada a Claudio y a la novia, Marissa –que declaró sentirse totalmente violada-, llevando en sus manos las invitaciones pertinentes, y daba realmente pena que Fernando Pérez (el presidente de la Muestra, y director de la película cubana que más me gusta, Madagascar) estuviera al lado de las puertas del cine con la cara desencajada sin poder intervenir para que los dejaran entrar, sólo cuando uno de los perros segurosos me quitara la cámara que ni llegué a encender prácticamente, el hombre, Fernando, pudo decir pero devuélvele su cámara, chico, si ella incluso presenta obras aquí. Y sólo después de confirmar con el superior por el móvil fue que el muy perro me la devolvió. Por supuesto me quedé afuera con Claudio y la novia y Javier Labrador (autor de La política, el clip de Porno Para Ricardo features Los Aldeanos y también de Estado tan loco (ambos en Youtube), y de un documental en preparación sobre algunos bloggers en La Habana), un buen amigo que se solidarizó desde el principio, aún cuando tenía que subir al escenario a recibir su premio a la mejor fotografía por su documental HABANAVER.T.A 31kb/s. Qué mejor muestra del estado de las cosas cuando el Jávico estaba afuera sentado con nosotros en un contén con tremendo frío zámpandose la tensión y la adrenalina con una bucanero y adentro lo aplaudían y bastante gente sabía por qué no estaba ahí recibiéndolo. Javier nos recordó cuando vio en esos días a una muchacha muy joven de la Sierra mirando conmocionada su documental en la pantalla grande, llorando de alegría. Y su ira iba destinada a los que frenan cosas como esta, a los que pueden hacer desaparecer espacios como éste, que defienden los proyectos de la calle más que los de las escuelas y los centros, con un chasquido de dedos. Le dijimos a Javier que ahí nadie (nosotros: Ciro, Claudia, Claudio) estaba para nada en contra de la Muestra, sino de la posición sumisa y cediente en cualquier grado y en cualquier parte. Y que no podíamos seguir dejando que cosas como ésta siguieran pasando, sin importar dónde. Sin ir más lejos Claudia, por ejemplo, ya está curada de espanto porque no la han dejado entrar lo mismo a conciertos, que a debates que a proyecciones cinematográficas en el cine que conoce desde niña y que le queda a dos cuadras. Javier insistía en que había que proteger la Muestra, y en el esfuerzo sostenido que habían logrado sus organizadores para que llegaran a la posible décima Muestra el año que viene. De alguna forma, todos los que nos interesamos por el cine nos sentimos deudores de Fernando Pérez, por sus películas valientes al tiempo que poéticas, por su visión anti-dicotómica: esperanza, negatividad, luz, oscuridad, colores, amor, dolor: todo unido sin líneas divisorias. Puede que a muchos nos decepcionara Madrigal (del 2007, donde parte del guión fue escrita por Eduardo del Llano, la última que precisamente es la que nos gustó más a casi todos), por su suavidad, muy ingenua, luego del arte y crudeza de Suite Habana. Y sus seguidores amamos Madagascar (1994) incluso por encima de La vida es silbar, del 99. Lo que quiero decir es que si un gran director está al frente de este evento que trata de defender a los jóvenes antes que nada, y se encuentra con las manos atadas y tiene que trabajar bajo presiones y condiciones impuestas es absolutamente lamentable.
Y en Cuba, en todos los niveles y sectores ocurre algo parecido.

(El primer día de Muestra, en la presentación-ensayo de Chamaco (2009), la película última de Juan Carlos Cremata basada en la obra teatral de Abel González Melo y con dirección de actores de Carlos Celdrán (Argos Teatro), que hay que ver por su nivel de realidad y la calidad dramatúrgica que logra y por su dirección artística en general; pues el director se encontraba en la misma situación, en las puertas del cine, porque los mandamases lo querían cerrar cuando todavía no estaba llena del todo la sala) y para un ensayo con público lo mejor es que entren todos, no?
Qué director quisiera que público potencial quedara fuera por razones horribles que nadie llega a entender).
Esto fue un paréntesis porque más adelante vuelvo a mencionar el filme de Cremata.


Como por nada del mundo iba a ir a la fiesta en la Casa de la Música de Miramar regalé mi invitación, que alguna de las muchachas organizadoras nos dio a mí y a Javier en la calle, donde también recibió el diploma de su premio; me fui para casa de Luis Trápaga a editar un videíto sicodélico con sus dibujos, que Léa nos iba a dejar poner en su presentación independiente del lunes, finalizada ya la Muestra.
Al otro día como me pasé un poco con el ron amanecí virada al revés. Aún así me levanté corriendo para ver si podía entrar al taller de OneMinutes que empezaba a las dos en el 5to piso del ICAIC, me dijeron que no, que mi nombre no aparecía en el listado. Así me fui a un parque cercano a terminarme El aliento de Bernhard que me trajo Jaad y más tarde a la noche me fui a lo de Lea.

La presentación de Léa Rinaldi, joven realizadora parisina, era con motivo de su muy personal y magnífico making off de Limits of control, la última película de Jim Jarmush, en la Casa Gaia de la Habana Vieja, espacio que Léa compartió con nosotros para poner entre otras cosas fotos de Claudio, (el excluido), mis cositas, La política, otros de PPR (los censurados) que no me acuerdo porque el ponche estaba fuerte y algún material de la propia Léa de los Aldeanos y Danay, la joven rapera que tiene un dúo ocasional con Aldo. Y los que pudieron asistir, sé de algunos invitados especiales de la Muestra que conocieron a Léa como Laurent Crouzix del Clermont-Ferrand y Tim Redford, de Curtocurcuito en Santiago de Compostela, España; seguramente respiraron con felicidad allí en esa casa medio anónima y escondida en la calleja de Teniente Rey, el oxígeno de libertad que, es una verdadera lástima, desafortunadamente en la Muestra -tan bien llevada y diseñada y atendida con todo el amor de sus coordinadores, con excelentes invitados y clases magistrales- , se enviciara con esos seres oscuros que lo controlan todo y extremaron esta vez la represión en un espacio tan bonito de creación como pudo haber sido la 9na Muestra. Vergüenza, tristeza y cansancio fue todo lo que sentí durante esa semana y la siguiente.

Debido al ponche no tengo muy claro cómo regresé a mi casa, pero en mi cámara, mi fiel testigo, tenía algunas fotos reveladoras: yo sentada con Lea al lado del cartel de Behind Jim Jarmush, desacralizadoras totales y completas debajo de un enorme crucifijo cristiano; o del grupo caminando por la calle Obispo, y después yo montada en algún ómnibus, muy posiblemente la 23) y me vino algún que otro dèjá-vu de Chamaco, que de verdad recomiendo, y yo de pronto me encontraba en la escenografía idéntica del filme, sola a medianoche en el parque más oscuro, peligroso y marginal de la ciudad, el Parque de la Fraternidad. Lo bueno es que cuando desperté, lo hice en mi cuarto, en mi cama y con una resaca de mil demonios pero sin mayores daños... y lo hice porque mi madre casi me tumba la puerta porque me habían llamado del 5to piso (donde radica la Muestra de Nuevos Realizadores) porque la holandesa había visto mis videítos y quería que yo pasara el curso.
Así que me fui a eso de las doce llegué –el taller era de 9 a 5pm- y me pasé el día filmando con los demás muchachos para los cortos de un minuto sobre la ciudad. Al otro día llegué a las once, y todavía no estaba en la lista, y nunca ando con mi carné por miedo a perderlo y evitarme después el papeleo, me dejaron entrar, porque la recepcionista era buena onda, pero tenía que estar constantemente subiendo y bajando a la calle, y uno de los segurosos (el que se nos permite ver, aunque sepamos que detrás, más arriba, hay muchos más, invisibles y oscuros) Hugo Pavón, sale de la oscuridad y dice que no, que sin carné no puedo pasar y que me le acercara y que tenía que cooperar con él si quería estar allí.
Se imaginarán que me insulté pero de manera bastante comedida, y con la suerte de que andaba con un muchacho, me calmé y le dije que yo con él no tenía nada que hablar ni hacer absolutamente nada. Sé que lo hacen para confundir, no sólo a mí, al muchacho, a todo el mundo.

Ahora cuando trato de contarles todo esto, estoy pensando en la mejor manera de escribirlo y que se entienda, y dejarlo registrado aquí, y en habanemia, pero no lo sé, no sé cómo hacerlo. Quiero intentarlo.

El tipo me estaba provocando y cuando le impedía la entrada a esta gente al Chaplin lo hacía precisamente llamándoles provocadores a ellos… bueno, me imagino que todos los que pudieron presenciarlo o escuchar el audio de Claudia estén más que convencidos de quiénes son los provocadores. Esto ocurría el miércoles, pero durante toda la semana estuvieron presionando a la gente del 5to piso. Debo recordar con agradecimiento la amabilidad de las muchachas y de la directora de la oficina de creación, Marisol Rodríguez que en todo momento me apoyaron y ya no sabían de qué manera disculparse a nombre personal conmigo y con Claudia, pero obviamente con las manos atadas, incluso las de Fernando. El jueves llegué bastante tarde, y Marisol me dijo que cuando tuviera un chance, en la merienda o algo que la viera. Se trataba de la expulsión bastante informal del taller de Alite, la holandesa. Los hombres oscuros le habían comunicado que ella tendría que decirme que yo ya no podía continuar en el curso y que tenía que abandonar el edificio de manera inmediata.
Ella hablaba bastante nerviosa y no era totalmente coherente, enseguida reconocí en ella la misma tensión que me había provocado el tal Hugo en los bajos de la Cinemateca. Por eso la dejé balbucear, sin preguntarle nada y tratando de que se sintiera más tranquila. Ella decía cosas como que nunca había leído mi blog, porque no tenía internet más que cuando visitaba a su hermana en Canadá, que tenía un montón de problemas personales, su papá se estaba muriendo en el hospital de cáncer, y que por atender la Muestra no lo había cuidado tanto como hubiese querido; cosas como que su único placer era caminar por el Malecón con su perrito y su marido, que era el que escuchaba a los Aldeanos y por eso ella los empezaba a conocer, igual que a Generación Y. También me preguntó que si yo había sido expulsada alguna otra vez de algún otro sitio, como por ejemplo de los debates de la revista TEMAS (incluida en la lista de los agradecimientos de la Muestra), como Yoani y Claudia. Mi respuesta fue negativa y hasta le dije más, que como mi madre pertenecía a la Asociación de Críticos desde niña soy cinéfila empedernida y siempre he entrado y salido de los lugares como perro por mi casa. Ella me dijo que sí, que claro que conocía a Azucena Plasencia. Y le dije, como más tarde a Alite Thijsen, la holandesa coordinadora de theoneminutesfoundation, que cuando visitara mi blog, le gustaría a pesar del caos, por la fuerza visual, y no por el contenido político si lo hubiera, y que se daría cuenta de la injusticia que representa excluir a alguien, al que sea, sólo por tener un blog, de lo que sea, que es lo mismo casi que tener una cuenta de correo, a estas alturas, donde en cualquier país libre todo adolescente tiene uno, como todo escritor, artista, periodista profesional o persona común, como libre ciudadano con deseos de expresarse libremente (y) con acceso a la información: o sea, “ninguno es cubano”.

Fue una charla muy breve en la que dijo y pareció ser sincera conmigo, y en la que asumió la responsabilidad total de ganar tiempo para que yo pudiera continuar y terminar el curso, y editar mi corto ese mismo día y presentarlo el viernes en el Fresa y Chocolate con un cocktail de despedida. Yo le manifesté mi vergüenza y ella su impotencia contenida.
Así que me quedé y como el tiempo no alcanzó terminamos de editar mi minuto de la Habana en la cafetería del Saint Jones, en 25 y O, donde se quedaba la holandesa. Le comuniqué a Alite que no podía asistir a las conclusiones del grupo a la mañana siguiente porque la administración del ICAIC no me quería allí, por mi actividad blogger o qué sabía yo bien, y la holandesa sólo me preguntaba pero qué dices en tu blog y no entendía nada y le dije que nada, que ya ella lo vería por sí misma, y como con Marisol todo estaba bien, sí iría a la despedida.

Cuando llegué a las 4 y 10 al Fresa y Cholocate, justo frente a la Cinemateca, me senté sin notarlo justo detrás de la puerta que Eduardo del Llano acababa de romper cuando le hicieron saber que su peña ya no tendría más lugar allí ni en ninguna parte, principalmente por invitar a determinadas personas como el Ciro y manifestarse en contra del sistema revolucionario. Al parecer se había empingado bastante porque nadie tira una silla y rompe una puerta inmensa de cristal en mil pedazos así como si nada, por muy molesto que esté. Ahí, de espaldas a la realidad, a un montón de cristales esparcidos por todo el suelo del interior de la galería llena de carteles cubanos de películas como Persona, El acorazado de Potemkin y Clockwork Orange que se subastaron a precios irrisibles durante la Muestra, y frente a una bucanero helada empecé a escribir todo esto, escuchando los Cuadros de una exposición, después de tirarle unas cuantas fotos a los cristales… Más tarde supe que a Eduardo se lo habían llevado a la estación y que el Fresa lo iba a demandar. Para Claudia Eduardo es un héroe, pero para mí, es el fin de uno de los pocos lugares a los que estaba disfrutando asistir: y en La Habana estos lugares son muuuuuuuuuyyyyyyyyyy escasos.
Luego alguien me dijo que a Marisol se le había muerto el padre la tarde anterior, después de hablar conmigo. Para entonces la cerveza se me había subido al coco y tenía la cara muy roja y caliente. Y ya me daba lo mismo que me dejaran pasar o no a la salita de proyección. También la energía del lugar estaba ciertamente muy cargada.
Marisol aún así vino a la presentación, y el singao de Hugo la siguió molestando por mi causa: cuando se terminaron los quince cortos más o menos, nos tiramos unas fotos y salí afuera a tomarme una cerveza con Luis y con Yanko, animador (Ex-ergo, La catedral sumergida-en la 7ma edición-, y de El dictado y Top ganadoras de premios colaterales en ésta) y autor de Stairways to hell, para theOneMinutes, también acerca del poder.
Míster Hugo se nos pone delante del otro lado del cristal con Marisol, que está rota de tristeza y muy cansada, y acaba de decirme que su intención, ni la de Fernando, es cerrar las puertas a los jóvenes independientes sino todo lo contrario, que éstos, los que no pertenecen a ninguna institución, son los que deberían pasar los talleres y presentar sus obras en el espacio de La Muestra, porque no tienen nadie que los represente, y ese es el mayor deseo de Fernando, y que de todo esto hablaban en el funeral de su padre la noche anterior.

Al tiempo que Luis me dice que el tal Hugo no dejó de hacernos fotos con el celular durante todo el encuentro. Es asqueroso.
No tenía la fuerza necesaria para escribir nada de esto y me ha costado un trabajo tremendo. Espero que pueda entenderse algo.
Bajando por12 me encontré un grupo de muchachos entre quince y 17 que se preguntaban a voces de una acera a la otra: Ya te echaste lo de los aldeanos?











para mayor información, el artículo de Vallín que está requetebueno en Octavo Cerco





El texto de Fernando Pérez puede leerse en el sitio de la Muestra. Aunque no encontré el segundo, el de los Díaz... el chiste del telón que inventaron él y sus hijas era el siguiente: 1: sube el telón, se ve a Jesús Díaz que dice adiós desde un avión; 2: sube el telón y se ve a Rolando Díaz que dice adiós desde un avión. Cómo se llama la obra? "Los Díaz pasan volando".
Con el tiempo, nos dice Fernando, ese telón se hizo realidad.

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