Operación Milagro
Frank Correa
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Históricamente las personas con impedimentos físicos son menos afortunadas que las normales, pero actualmente sucede lo contrario en Cuba, específicamente en Jaimanitas, donde los pacientes venezolanos que tratan sus problemas de salud, al amparo de la Operación Milagro, están dejando sin opciones a los jóvenes de este poblado costero del noroeste de La Habana.
Hospedados en el hotel El Viejo y el Mar, del complejo turístico Marina Hemingway, cientos de pacientes procedentes de Venezuela se desplazan en sillones de ruedas hasta la playa, y disfrutan de las cálidas aguas del mar Caribe, interactuando con las residentes del lugar.
Poco a poco han trabado amistad y conquistado a las jóvenes. Los enfermos, a pesar de sus dolencias óseas, ven en los venezolanos a turistas con mayores posibilidades económicas que sus compatriotas.
En la orilla de la playa se pueden encontrar los domingos numerosas sillas de ruedas. Las novias ayudan a entrar al agua a los tullidos, que se sienten felices con tales atenciones.
Una relación exitosa con un venezolano pudiera terminar en matrimonio y una visa para salir del país, lo que sería una manera elegante de escapar a la precaria situación económica que vive Cuba. Las familias apoyan este tipo de relación, y las autoridades las consienten. En cambio las persiguen y condenan en caso de que el extranjero sea un español, un americano, un canadiense.
Las muchachas pasean libremente por las calles del pueblo, contentas de empujar el carricoche de un venezolano incapacitado, sobre todo cuando van en dirección a la tienda recaudadora de divisas. Miran por encima del hombro a los muchachos cubanos, en desventaja con los extranjeros.
Yuri, el vecino, cansado de piropear sin éxito a una joven, le dijo:
-El próximo domingo iré a la playa en un sillón de ruedas.
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