miércoles, 21 de abril de 2010

Se Acabó el Pleno Empleo

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Los puntales que sostenían el argumento triunfalista estaban podridos. Aquello de que en Cuba existía el pleno empleo resultó ser una afirmación hueca. Toda la armazón conceptual que avalaba el arreglo del problema se ha venido abajo, dejando a merced del ridículo a promotores y voceros de un infierno camuflado con las flores del paraíso.

¿Cuántas veces escuchamos aquellos disparates subrayando la inexistencia del desempleo en Cuba, sin que hubiera un aumento significativo del parque industrial, y sin abandonar los vicios de un centralismo, todavía presente, que coarta los intentos en potenciar un desarrollo sostenible?

¿Cómo se explica que sobren alrededor de un millón de trabajadores? ¿Cuál es la fórmula para absorber ese excedente laboral, en un país que muestra signos de estancamiento económico, atenazado por una burocracia con pleno dominio en múltiples áreas?

El asunto es grave y obliga a pensar en un recrudecimiento de las tensiones sociales a corto plazo. Para forjarse una idea de la magnitud de los hechos, basta conocer que cerca del 20% de la población laboralmente activa se verá afectada con una medida que no resiste más aplazamientos. Urge la aplicación de la racionalidad en el ámbito laboral. No es posible dejar las cosas como están, cuando se precisa invertir los números negativos que acompañan desde hace mucho tiempo a la productividad y la eficiencia.

De no aplicar reformas de envergadura, el régimen tendría que redoblar la represión con tal de mantener los indicadores de gobernabilidad. Es lógico esperar un salto cuantitativo en el mercado negro, el incremento de la violencia en las calles, el aumento del alcoholismo y la drogadicción, y una mayor desarticulación de los núcleos familiares.

Echar de sus puestos de trabajo a tantas personas durante el año que transcurre, sin apenas alternativas que brindarles, a no ser cárcel, multas o quizás plazas para laborar en la agricultura o como ayudante en la construcción, sería estimular un escenario negativo.

La timidez de la dirigencia para emprender un plan de transformaciones que contemple la legalización de libertades económicas para la creación de un clima de confianza entre pueblo y gobierno, indica la existencia de un déficit de voluntad en quienes podrían salvar la nación cubana de una catástrofe.

A juzgar por los hechos, la apuesta del poder es continuar por las ramas sin tocar las raíces de un modelo con sobradas muestras de inviabilidad, y en bancarrota. Esto no es un simple acto de irresponsabilidad. El continuismo que pretende Raúl Castro, podría devenir en una fractura múltiple de la nación cubana. Después será mucho más difícil armar el rompecabezas.

Por lo pronto, Marino Murillo, el titular de Economía y Planificación, se devana los sesos pensando dónde va a colocar los 79 mil trabajadores pertenecientes a los centros del Ministerio de Comercio Interior, en riesgo de ser cesanteados en los próximos meses. Otros funcionarios deben estar a expensas de un problema similar. Por la cantidad de potenciales afectados, de seguro surgirán nuevas y espinosas complicaciones.

oliverajorge75@yahoo.com

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