miércoles, 14 de abril de 2010

Cubano Raúl Valdés cumple su demorado sueño contra viento y marea

Raúl Valdés.
Raúl Valdés.

EL NUEVO HERALD

cap En la película The Rookie -El Novato- se relata de manera romántica la travesía de Jim Morris hacia las Grandes Ligas y su debut a los 35 años, cuando ya nadie apostaba un centavo por su carrera.

La historia de Raúl Valdés es algo parecida, sobre todo por su irrupción en las Mayores a los 32 años y luego de muchos años en que parecía que su estrella se apagaba por completo.

Pero si Morris es descrito en el lenguaje de Walt Disney, Valdés proviene de una narración donde el romanticismo no tiene espacio, sino la realidad dura y cruda de alguien que ha protagonizado una lucha constante por un sueño.

"Nada me ha sido fácil'', expresa el lanzador cubano, que abandonó su país en el 2003 y debutó el pasado domingo en la gran carpa con los Mets de Nueva York. "Al principio me cuestionaba, por qué me pasó esto o lo otro. Ahora ya ni pregunto. Si la vida me da un golpe, le respondo con otro. La clave es no cansarse. Nunca''.

Valdés, hasta ahora, no se ha cansado. No lo hizo ninguna de las cinco veces que fue capturado tratando de escapar de Cuba, ni cuando vagó de una liga a otra -algunas perdidas en la inmensidad del mapa-, de República Dominicana a Venezuela, de Doble A a Triple A...y no pasaba nada.

Tampoco flaqueó durante las semanas que pasó en prisión, ni cuando perdió la cuenta de los días en alta mar tratando de llegar, en el sexto intento, a Dominicana, un lugar que ha llegado a querer como su segunda patria y donde fundó una nueva familia.

No se ha cansado por su hermano, que lleva siete años preso en la isla, según las autoridades, por ayudar en la deserción de peloteros.

"Raúl es un canto a la persistencia'', expresa su agente en Miami, Carlos Pérez, de la empresa United Sports. "Muchos otros no habrían resistido tanto y continuado adelante. Pero este muchacho está hecho de una madera especial. Duro como un cedro''.

Desde que comenzara a lanzar con el equipo de la provincia Habana en las Series Nacionales, Váldes ha sido una especie de caballo de batalla. Va donde le pidan y hace lo que haga falta. Detallar su recorrido por las ligas del mundo es como hacer un recuento interminable.

Este invierno, por ejemplo, brilló en Quisqueya con los Gigantes del Cibao, y poco después fue elegido como refuerzo de los Navegantes del Magallanes para la final venezolana contra los Leones del Caracas -a la postre campeones-, a los que les ganó dos juegos sin permitirles anotación.

Como si fuera poco, los Leones del Escogido lo pidieron para reforzar el club con vistas a la Serie del Caribe en la Isla Margarita. Y en el choque final volvió a dominar al Caracas, asegurando el cetro de los dominicanos.

La primavera lo sorprendió con el uniforme del Tabasco en la liga mexicana, de donde llegó a fines de los entrenamientos al campamento de los Mets en Port St. Lucie, Florida. El club de Nueva York buscaba desesperadamente un relevista zurdo y alguien había comentado de un veterano cubano que dejaba el alma en el terreno.

Pero al final de marzo le tocó una vez más emprender el regreso a las Menores, al Buffalo de Triple A.

"No me desanimé. Volver a las Menores era lo que estaba en mi destino, pero sabía que no era el final del viaje'', indicó Valdés desde Colorado, donde juegan los Mets. ‘‘El que espera lo mucho, espera lo poco. Sabía que le había gustado al club y al mánager Jerry Manuel. Así que preparé mi maletín, di las gracias y tomé el camino a Buffalo''.

Y por fin, tras una semana, recibió la llamada.

"Valdés, prepárate que te vas con el equipo grande'', recordó más o menos de ese momento Valdés, quien quiso llorar de alegría, pero escondió las lágrimas y guardó bien profundo el sentimiento interior de recompensa. "Ahora que había llegado el instante que tanto había deseado, era cuando más serio debía estar''.

Por eso, cuando Valdés subió al box el domingo el 11 de abril para enfrentar a los Nacionales, suprimió cualquier sentimiento que lo vinculara al camino recorrido y a las dificultades enfrentadas, y se dedicó a lanzar.

"Al final, cuando se apagaron las luces y nos fuimos del estadio, fue cuando me senté un poco solo y pensé en mis seres queridos en Cuba, a los que no veo hace siete años'', comentó Valdés, que acumula cuatro entradas sin permitir carrera con cinco ponches. "Y pensé cuánto me ha costado vestir este uniforme. Pero me dije que ha valido la pena, porque mañana podré decir que me abrí paso a las Mayores. Y eso no me lo va a quitar nadie''.

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