domingo, 18 de abril de 2010

RAUL RIVERO: Una mentira y unos ladrones

Madrid -- El sistema de propaganda de la dictadura cubana y sus atribulados amigos y cómplices en el exterior se esfuerzan por anular o disminuir la presencia, el protagonismo, el papel decisivo de la oposición pacífica interna en el proceso complejísimo y tenso que se vive hoy en la isla.

Se trata de ningunear, de quitarle importancia, a los hombres y las mujeres que están --con la cara descubierta-- en las calles de Cuba, en los zonas más intrincadas de sus pueblos y aldeas desvencijadas, en las plazas públicas, los zaguanes y los calabozos, con la exigencia abierta de un cambio radical en la sociedad.

Es un mezquino y premeditado desvío de la atención (interna y externa) para que los grupos que llevan más veinte años de frente a la opresión, los presos políticos, las Damas de Blanco, el periodismo independiente y otros sectores de la disidencia, se queden en una zona muerta y paralizada de la actualidad.

Para sacarlos a empujones de la vida política, los desconcertados propagandistas del régimen ponen en los titulares una supuesta campaña internacional desestabilizadora. Quieren adormecer a sus lectores y televidentes cautivos con el cuento de que, a una orden del gobierno norteamericano, se mueven como un atajo de asalariados los grandes medios de prensa de Europa y de América como si sus líneas editoriales se pudieran manejar con solo un gesto autoritario a semejanza de los panfletos criollos y las emisoras de radio y televisión.

El montaje pretende convencer a no se sabe quién de que los ejecutivos de los periódicos influyentes de España y de Europa y, desde luego los de los Estados Unidos y América Latina, están pendientes de una llamada de Washington para ordenar el diseño y el tono del tema cubano en sus ediciones de papel y sus espacios digitales.

Por otra parte, siempre con el afán de poner fuera del juego a la oposición pacífica, comienzan a salir, por aquí y por allá (aunque con más frecuencia por allá), unas piezas especiales para llamar la atención acerca de que los problemas que confronta hoy el gobierno --lo realmente peligroso-- proviene de la corrupción de algunos funcionarios que le han querido dar el escobazo adelantado a la piñata final.

Es cierto que la ambición por apoderarse de las ruinas del país es un elemento a tener en cuenta. Pero ese es otro carril, una vía natural que viene en la programación genética de los sistemas que arrasan con la prensa libre y las instituciones democráticas. La codicia de unos ladrones no tiene capacidad para impresionar y poner alerta a la comunidad internacional sobre la realidad cubana.

Esa llamada es patrimonio del sacrificio, la generosidad y la agonía de hombres como Orlando Zapata Tamayo. Lo que ha conmocionado a la opinión pública y convoca a los medios de prensa es la disposición a entregar la vida que no es perderla. Es el desafío a la muerte a favor de la libertad. Y son las Damas de Blanco en Banes y en La Habana, semana tras semana, día tras día, bajo el acoso de las brigadas para policiales.

La tecnología arruinó la estructura de la mentira. Se acabaron los periódicos murales. Llegó Internet. Unos estafadores seducidos por el dinero no cambian nada.

La oposición interna, los presos políticos y las Damas de Blanco son los que han asaltado la sensibilidad de los hombres libres. Y están en primera plana.

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