Brindis Amargo por el Futuro
René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) – Durante lo que va corrido del mes de abril, los interesados en los temas cubanos hemos presenciado un suceso inusitado: el debate entre un político declaradamente anticastrista y un artista históricamente vinculado a los círculos de poder de La Habana.
Esta batalla de ideas, que en cualquier país civilizado resultaría absolutamente normal, nos parece ahora, por obra y gracia de medio siglo de totalitarismo, algo insólito.
Carlos Alberto Montaner y Silvio Rodríguez son intelectuales cubanos de talla mundial. Ellos desarrollan sus actividades en ramas diferentes del saber humano: la ensayística y el periodismo el primero; la música y la poesía el segundo.
Ya ésta sola circunstancia indica una cierta asimetría en la discusión. Lo lógico sería que esta se hubiera entablado entre homólogos. Digamos, que el contrincante del brillante político liberal fuese un dirigente comunista o alguno de los habituales del programa Mesa Redonda. ¿Tal vez su no participación en el debate haga comprender a algunos alabarderos del castrismo hasta qué punto los menoscaban la incondicionalidad y la obsecuencia, y les permita descubrir lo conveniente de pensar con cabeza propia?
¿Acaso estos sucesos no demuestran que la vieja Cuba estalinista está en fase terminal? Una controversia como esta habría sido inconcebible en la Cuba de los años setenta.
En cuanto al debate en sí, sería una petulancia de mi parte pretender terciar en él. Por supuesto que mis simpatías están del lado de Carlos Alberto Montaner, pero aquí valdría la pena parafrasear al filósofo griego: “Me considero amigo de Montaner, pero soy más amigo de la verdad”. Incluyendo las verdades que él ha expresado.
Sólo quisiera hacer a ambos contendientes una sugerencia: los hechos demuestran que hay dificultades a menudo insuperables para que los cubanos de uno y otro bando nos pongamos de acuerdo en el pasado. Además, esa labor no promete muchos beneficios.
Para sacar a Cuba del agujero en que se encuentra, ¿es imprescindible que los opositores al régimen cubano y sus partidarios de talante reformista coincidamos en nuestras valoraciones sobre la justicia de las matanzas de soldados somalíes en Ogaden? ¿O en la utilidad de la guerra de Angola?
Pienso que lo verdaderamente imprescindible es que pensemos en llegar a consensos sobre el futuro. Probablemente la salida de la tenebrosa situación actual de nuestra Patria pase por acuerdos esenciales entre quienes nos oponemos al sistema y los que, aunque postulando la necesidad de cambios sustanciales, manifiestan apoyarlo. En ese contexto, considero muy constructivo el párrafo final de la recién publicada tercera respuesta de Montaner a Silvio.
Es posible que esto desagrade a algunos, tanto en un bando como en el otro, pero la noble idea de democratizar y hacer prosperar a Cuba bien merece que estemos dispuestos a apurar ese trago, aunque nos parezca amargo.
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