jueves, 15 de abril de 2010

Cacería Imposible

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Sigue vigente la orden de buscar y liquidar ese monstruo, llamado corrupción, que asola el territorial nacional de punta a cabo. La mayoría de los cubanos, jóvenes y ancianos, obreros y universitarios, religiosos y ateos, pueden dar cuenta de los cuidados, e incluso clonaciones, con tal de perpetuar su existencia más allá de cualquier pronóstico.
Muchos de los que ahora hacen planes para la caza, puede que en algún momento hayan sido personas vinculadas a su conservación.

Las voces de alarma y el supuesto perfeccionamiento de las trampas para acabar con el “depredador” y su prole, son parte de las trivialidades colocadas sobre la crisis sistémica, sin frenos y a todo galope.

Las conclusiones terminan en nuevas rondas de subterfugios retóricos y acciones de dudosa eficiencia, presentadas como éxitos rotundos en los medios de prensa. En su edición del 12 de abril, el semanario Trabajadores anuncia la realización de 750 auditorías, al azar, en todo el país, desde el 19 de abril al 22 de mayo, con vistas a detectar corruptelas y otros fenómenos asociados al descontrol y la indisciplina en centros laborales y en organizaciones políticas y de masas.

La realidad invita a adelantar un pliego de hechos negativos, mantenidos o multiplicados, a instancias del proceso de desarticulación económica, social, moral y ética que afecta a más del 80 por ciento de la ciudadanía.

Las bases del denominado proyecto socialista nada tienen en común con la transparencia, la honestidad y el equilibrio entre metas y posibilidades reales de alcanzarlas. Esta ecuación favorece la sedimentación de conductas marginales, con escasos puntos de contacto con el discurso ideologizado del poder.

El hombre revolucionario, aparentemente fiel a los postulados del partido comunista, tiende a convertirse en su principal enemigo. Apenas hay excepciones en una práctica que ha erosionado de manera sensible los fundamentos de la nación cubana.

Robarle al estado sigue siendo un acto casi unánime. Bien por necesidad o para garantizar el disfrute de ciertos privilegios del primer mundo, como acostumbran hacer miles de funcionarios, asunto que por su magnitud puede considerarse un fenómeno sin solución, mientras se continúe soslayando el inicio de reformas estructurales que dejen atrás la politiquería y el voluntarismo.

Poco importa que la licenciada Gladys María Bejerano, Contralora General de la República, se empeñe en detener el desvío de recursos, sobornos y un sinfín de ilegalidades, con auditorías y alguna que otra sanción ejemplarizante.

Aunque parezca un disparate, no es posible desconocer que el sistema es mínimamente funcional, gracias a esa espiral de conductas delictivas a nivel nacional, a través de las cuales cada cubano se las ingenia para sobrevivir según su estatus dentro de la escala social y laboral.

Un notable éxito en el combate contra la corrupción sería un serio revés para las la nomenclatura. Para atenuar el mal tendrían que descentralizar la economía, los sindicatos, admitir la pluralidad de opiniones y dejar que la sociedad y los medios de comunicación tengan el derecho de fiscalizar o cuestionar las políticas gubernamentales que consideren desacertadas.

Independientemente de lo que decidan llevar a cabo, el socialismo cubano está lleno de agujeros y bajo los movimientos telúricos de sus propias contradicciones. De cualquier forma va a desaparecer.

¿No sería mejor un desmontaje que el súbito desplome? Parece que sus arquitectos apuestan por la segunda opción. Esas auditorías junto con la resistencia a emprender reformas de envergadura aumentan las oscilaciones.

Es probable que pronto estemos en el piso, rodeado de escombros, sin futuro, y con la convicción de que el socialismo fue un tiro a quemarropa en el vientre de la nación.

oliverajorge75@yahoo.com

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