miércoles, 7 de abril de 2010

Patria de Uno, Pueblo de Uno, Socialismo de Uno

Lluís Bassets/El País

O de dos, porque ese uno que fue dos, Raúl, es como un eco del uno único, que es Fidel. El nuevo uno no es tan prolijo como el otro y algo más viejo uno, pero es igual de claro en su caudillismo. Cuando dice pueblo quiere decir yo, cuando dice patria quiere decir yo y cuando dice socialismo también quiere decir yo.

El culmen de esa egocracia vestida de socialismo militarizado y de vulgata marxista es exhibir los acontecimientos de 1962, la crisis de los misiles entre la Unión Soviética y Estados Unidos, el momento en que la humanidad se ha situado más cerca del holocausto nuclear, para amenazarnos con otra, con una repetición que esta vez termine con todo: “Este país jamás será doblegado. Antes prefiere desaparecer, como lo demostramos en 1962”.

Que traducido del castrista quiere decir: me llevaré todo por delante antes de rendirme o pastelear una transición democrática; prefiero que desaparezcamos todos y que la isla se hunda en el mar de las Antillas a que desaparezca la dictadura que ejercemos los hermanos Castro sobre el pueblo cubano.

En aquella crisis, provocada por el despliegue de misiles nucleares soviéticos en Cuba, el máximo dirigente de la URSS, Nikita Jruschov, negoció con el presidente americano, John Kennedy, a espaldas de un Fidel Castro empeñado en mantener el desafío y dispuesto a ir a la guerra, que sería nuclear, con Estados Unidos aun a costa de la desaparición de Cuba. Su hermano Raúl evoca ahora aquellos hechos para demostrar su disposición a hundirse como Sansón en el templo con todos los filisteos antes que ceder el poder.

Los Castro hablan del pueblo, de la patria y del socialismo. Pero es bien evidente que sólo ellos son los intérpretes auténticos de lo que quiere y dice el pueblo, del que queda automáticamente excluido quien no piense y haga lo que ellos quieren. Como ellos también son los únicos intérpretes de una patria que prefieren exterminada antes de que sea libre de decidir su destino. Y no hablemos del socialismo, que quiere decir la propiedad privada castrista de todos los medios de producción, de la tierra y de cuanto se mueve en Cuba. Dicho en otras palabras: Cuba es su cortijo.

Por cierto, este discurso lo ha pronunciado Raúl Castro en la alcusura del congreso de la Unión de Juventudes Comunistas, donde una vez más se ha puesto en evidencia lo que sucede con las autocracias: ni siquiera cumplen las reglas que ellas mismas se imponen. El PCC tiene la obligación estatutaria de reunir su congreso cada cinco años. Pues bien, veamos que dice al respecto el máximo líder: “En asuntos de envergadura estratégica para la vida de toda la nación no podemos dejarnos conducir por emociones y actuar sin la integralidad (sic) requerida. Esa es, como ya explicamos, la única razón por la cual decidimos posponer unos meses más la celebración del Congreso del partido y a la Conferencia Nacional que lo precederá”. El último congreso del PCC, el quinto, se reunió en 1997, y la Conferencia Nacional, de reunión obligada entre congresos, jamás se ha reunido. Y el secretario general es todavía el abuelo Fidel, con su chándal y su verborrea irrefrenable. Lo dicho: el cortijo de una dictadura gerontocrática.

(El ya fallecido Robert McNamara, entonces secretario de Defensa de Kennedy, dio esta explicación, que traduzco, sobre la crisis de los misiles, en el filme ‘The Fog of War’ de Errol Morris.

“No fue hasta enero de 1992, en una reunión presidida por Castro en La Habana, cuando me enteré de que 162 cabezas nucleares, incluyendo 90 cabezas tácticas, estaban desplegadas en la isla en aquel crítico momento de la crisis (sic). No podía creer lo que estaba oyendo y Castro se enfadó mucho conmigo porque dije: “Señor Presidente, terminemos esta reunión. Esto es totalmente nuevo para mí y no estoy seguro de que estén traduciendo correctamente”.

“Señor Presidente, tengo tres preguntas para usted. La primera: ¿Tenía usted conocimiento de las armas nucleares desplegadas? Segunda pregunta: ¿En caso de saberlo, habría recomendado usted a Jruschev que las usara ante un ataque de Estados Unidos? Tercera pregunta: ¿En caso de usarlas, qué hubiera sucedido con Cuba?.”

“El respondió: ‘En primer lugar, sabía que estaban aquí. En segundo lugar, no habría recomendado a Jruschev, sino que le recomendé efectivamente que las usara. En tercer lugar: ¿Qué hubiera sucedido con Cuba? Habría quedado totalmente destruida. Así de cerca estuvimos.

Errol Morris: ¿Y se le veía dispuesto a aceptarlo?

Sí, y volvió a preguntarme: “Señor McNamara, si usted y el presidente Kennedy se hubieran encontrado en una situación similar, ¿qué hubieran hecho?”: Le dije: “Señor presidente, espero por Dios que no lo hubiéramos hecho. ¿Hacer caer el templo sobre nuestras cabezas? ¡Dios mío¡”.)

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