Premio Goldman a Cubano Ambientalista
Un científico y cantante que defiende la agricultura del pasado como clave para el futuro se convirtió en el primer cubano en ganar el Premio Ambientalista Goldman, mayor galardón del mundo para movimientos ecologistas de base, informó Reuters.
Humberto Ríos fue proclamado este lunes ganador del Goldman en San Francisco, junto a cinco activistas de otras naciones. Cada uno recibirá 150.000 dólares, una cifra enorme en Cuba, donde el salario promedio anual ronda los 240 dólares.
Ríos dijo que el premio fue recibido inicialmente con cierta desconfianza por su gobierno, porque venía de Estados Unidos, el histórico enemigo ideológico; pero las autoridades cubanas lo aprobaron y el científico espera que contribuya a mejorar las relaciones entre La Habana y Washington.
Ríos dijo que los intercambios culturales y científicos pueden ayudar a "refrescar un poquito el ambiente hostil".
"Tenemos problemas comunes. Quizás soluciones diferentes, También soluciones comunes", agregó a Reuters. El cubano precisó que usará el dinero para cosas como reparaciones en su casa, además de para financiar su trabajo.
El premio Goldman fue iniciado en 1990 por los filántropos Richard y Roda Goldman para promover la protección ambiental.
Ríos fue premiado por su trabajo para promover el retorno a técnicas tradicionales de agricultura, centradas en la diversidad de semillas, la rotación de cultivos y el empleo de pesticidas y fertilizantes orgánicos para aumentar las cosechas y mejorar el cuidado del medioambiente.
Esos métodos fueron abandonados cuando la agricultura cubana, dominada por la producción de azúcar, fue industrializada en la segunda mitad del siglo XX, particularmente después que la Unión Soviética se convirtió en el principal benefactor de la Isla.
Cuba, inundada con pesticidas y fertilizantes de sus aliados del bloque socialista, se convirtió en la década de 1980 en el país de América Latina con más uso per cápita de agroquímicos.
Los granjeros, que dependen del gobierno para semillas e insumos, no tenían muchas alternativas. Cuando la Unión Soviética colapsó en 1991, Cuba se quedó con un sistema agrícola dependiente de agroquímicos que no podía más adquirir y un medioambiente dañado por su uso intensivo.
Ríos, que en aquella época trabajaba en su doctorado en ciencias agrícolas, comenzó a ver resultados positivos en los granjeros que, a fuerza de necesidad, volvieron a las técnicas tradicionales. A fines de la década de 1990 lanzó un programa para estimular su uso más amplio.
El científico sostiene que su Programa de Innovación Agrícola, respaldado por el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, ya involucra a unos 50.000 granjeros. Pero asegura que queda aún mucho por hacer.
La mayoría de la tierra y la agricultura está en manos del Estado, pero la Isla tiene 250.000 pequeños granjeros y 1.100 cooperativas privadas que, juntas, producen el 70% ciento de la producción agrícola usando apenas un tercio de las tierras arables
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