No Podemos Confiar
Laritza Diversent
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El pasado 6 de abril fue enterrado en la Habana Adrian Leiva. Muerte por asfixia fue la causa de su deceso. Así lo certificaron las autoridades de Seguridad del Estado a sus familiares. Informaron además, que había llegado a las costas de la isla casi ahogado, pero no pudieron salvarlo.
Conocí a Leiva en su anterior viaje a Cuba, cuando pretendía regresar definitivamente la tierra que lo vio nacer, de donde se había marchado en 2005. En esa ocasión, las autoridades cubanas de emigración lo deportaron como si fuera un extranjero. No se resignó. Primero buscó apoyo, dentro y fuera de Cuba, para su causa, nuestra causa, la de todos los cubanos: entrar y salir libremente de nuestro país. Realizó su último intento y lo logró, aunque sin vida.
La muerte de Leiva fue silenciosa, inesperada y turbia. Se supo después que sus amigos y familiares comenzaran a indagar acerca de su paradero. Supuestamente, las autoridades no habían logrado identificarlo. Justificación poco creíble.
Leiva antes de emigrar a través del Programa de Refugiados Políticos de la Sección de Intereses Norteamericana en la Habana, se dedicaba al periodismo independiente. Fue miembro activo del Movimiento Cristiano de Liberación y participó en la recogida de firmas del Proyecto Varela en el 2002. ¿Seguro que no lo conocían?
La Seguridad del Estado, no escatima recursos en conocer, indagar y entrometerse inescrupulosamente, en la vida y obra de cada cubano que disiente públicamente de su ideología, dentro y fuera de sus fronteras. Hecho que no dejan de recordarnos, en programa televisivos como “Tras la huella”.
El abogado Wilfredo Vallin, presidente de la Asociación Jurídica Cubana, asistió al velorio de Adrían, en la funeraria de la Calzada de Santa Catalina, en el capitalino Municipio de 10 de Octubre. La impresión que tuvo al ver el cadáver, no era la de que se trataba de una persona muerta hacía varios días y mantenida en refrigeración por tanto tiempo. Entre la fecha en que fue visto por última vez, el 24 de marzo, y la que sus familiares identificaron su cuerpo, 5 de abril, transcurrieron 11 días.
El licenciado Vallin, aunque reconoce no tener conocimientos médicos para contrariar el dictamen de las autoridades, no entiende por qué había tantos agentes de la policía política en el velatorio.
De todas formas, no tenemos formas de buscar y saber la verdad. Tampoco podemos confiar. Las recientes muertes del Hospital psiquiátrico de Mazorra y del remolcador el 13 de julio de 1994, el fallecimiento de Orlando Zapata y ahora el de Adrian Leiva, nos recuerdan por qué no debemos hacerlo.
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